Solomillo de cerdo con salsa de naranja amarga
De uno de mis últimos viajes a Sevilla me traje una buena cantidad de naranjas para hacer mermelada; hay gran variedad de naranjas, de ellas solamente voy mencionar las variedades dulce y amarga; la primera es ideal para comer, para hacer postres, helados… y la variedad amarga es la que se utiliza para hacer mermelada de naranja que para los ingleses es la auténtica mermelada, es la mermelada por excelencia.
El naranjo amargo fue utilizado en España desde hace siglos para adornar las calles de ciertas ciudades y lugares; es conocida su presencia también en el adorno de patios y mezquitas, siendo El Patio de los Naranjos de la Mezquita de Córdoba y los Reales Alcázares de Sevilla, dos claros ejemplos del uso de estas plantas. De estos árboles se obtiene la llamada naranja amarga o naranja de Sevilla, que se caracteriza por tener una pulpa más amarga que el resto de la naranjas, con un abundante número de semillas en su interior, que procuran una buena cantidad de pectina a la confitura.
Desde hace varios años elaboro la mermelada amarga que luego utilizo, generalmente para tostadas y dulces, pero también para elaborar salsas, como la que presento hoy en esta receta. No obstante, este tipo de mermelada se comercializa y se vende en distintos establecimientos, de forma que si no se tiene casera, sí se puede comprar para elaborar ésta y otras recetas. Dejo pendiente la receta de la mermelada y hoy me ocupo de un plato principal muy interesante.
El solomillo de cerdo es una carne muy versátil, que admite perfectamente salsas cítricas; la mandarina y la naranja son excelentes acompañamientos para una carne como esta.
Si queréis quedar bien, no complicaros mucho en la elaboración y obtener un magnífico resultado para un primer plato o una cena, esta es la receta para conseguirlo. Un excelente solomillo que se hace en una sartén y que se rocía con una exquisita salsa aromatizada con la naranja. Como guarnición yo he puesto unas patatas horneadas siguiendo un truco del chef Gordon Ramsey para que queden blanditas por dentro y crujientes por fuera. Y realmente son un éxito.
Ahí va la receta.
INGREDIENTES
Para 2 personas.
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Para la salsa:
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PREPARACIÓN
Precalentar el horno a 200º
Para empezar, se preparan las patatas. Para ello, se pelan las dos patatas, se lavan y se cortan en trozos un poco grandes, como cachelos.
Se rocían estos trozos con sal y pan rallado grueso y se colocan en una fuente de horno. Se echa un chorro de aceite sobre ellas y con las manos lo mezclamos todo bien para que las patatas se embadurnen bien con la mezcla.
Se introduce la fuente en el horno y se dejan hacer durante 40 minutos. 200º, calor arriba y abajo.
Durante la cocción, remover las patatas al menos un par de veces con la ayuda de una cuchara, para que se vayan asando por todas partes por igual.
Mientras se hacen las patatas se preparan la carne y la salsa.
Se pica finamente el diente de ajo y se reserva.
En un bol se echa la mermelada, el vinagre, la soja y la miel, se remueve todo con una varilla o un tenedor y se echa el ajo picado. Se remueve nuevamente y se deja reposar.
Mientras, se hacen unos cortes al solomillo sin llegar al fondo y se salpimienta por ambos lados.
En una sartén tipo parrilla (para marcar) se extiende una cucharada de aceite de oliva con un pincel para cubrir toda la superficie; se pone a fuego alto y cuando está caliente se coloca el solomillo por uno de los lados; pasados unos minutos, se da la vuelta y se marca por el otro lado.
Una vez marcados ambos lados, se retira la sartén del fuego y con la ayuda de una cuchara se va echando la salsa por encima; conviene dejar dos o tres cucharadas para pincelar la carne a la hora de servir.
De nuevo, se acerca la sartén al fuego (medio, 5/6), se espolvorea abundante perejil picado y se deja cocer durante 10 minutos o 15 según guste la carne, más o menos hecha. La salsa resultante es una salsa caramelizada, un poco espesa y de color oscuro.
Se sacan las patatas del horno, se comprueba que están hechas pinchando el interior con una brocheta.
Para servir, se corta una porción de carne, colocando la parte dorada hacia arriba, se ponen unas cuantas patatas alrededor y se salsea por encima. Habrá restos de salsa caramelizada en la sartén; ojo porque está buenísima y hay que aprovechar hasta la última gota que se pueda.
Más cosas
En las fotografías se pueden apreciar los trocitos de pan rallado que se han adherido a las patatas ya que una vez hecha la carne, yo dispuse todo en la sartén, es decir, las patatas junto con la carne, de forma que los grumos que aparecen son los restos de pan rallado que cayeron de las patatas a la salsa. No hay trampa, y todo lo que se ve en las fotos es el resultado de todo el proceso.
Este plato, tal y como se indica, no queda salado a pesar de llevar soja. El resultado es una magnífica mezcla de sabores y aromas, sin que ninguno domine sobre otro. Si las cantidades se modifican por cuestión de gustos, entonces puede haber un desequilibrio entre lo dulce y lo salado y el resultado puede variar en favor de uno u otro sabor.
El pan rallado que he utilizado es grueso, especial para rebozados, ya que interesa que en el horno se consiga un crujiente que cubra parcialmente a la patata.
Los cortes en el solomillo facilitan que al echar la salsa, esta se cuele por ellos. Así garantizo que esté rociada toda la pieza.
El perejil, mejor fresco si se puede. Si no, utilizar seco.