Bizcocho Imperial
Quien me conoce bien sabe de mi estrecha relación con Asturias desde mi infancia cuando con mis padres viajábamos a la tierra natal de mi madre para visitar a la familia y disfrutar, sobre todo, de buena compañía, paisajes que se quedan grabados y buen comer en forma de potes, fabadas y carajitos del profesor (dulces de avellana de Salas).
Años más tarde los recuerdos se centran en los veranos pasados allí con mis hijos, en la playa de Muros, en las visitas a Oviedo o Gijón, en las excursiones y también en las escapadas gastronómicas que tanto nos siguen gustando como las que hacemos al Gran Balneario de Salinas, casa Prendes o el restaurante de Nacho Manzano. Todo esto hace que en mi vida siempre tenga un hueco para mirar y admirar a esta tierra que tanto nos gusta y nos atrae sin remedio. Ojalá podamos volver pronto.
El bizcocho imperial es un clásico en la repostería asturiana también conocido como mantecado imperial de Avilés. Cuenta su historia que este pastel podría tener su origen en el siglo XVII, en los bollos que se llevaban en su equipaje los asturianos que, por aquel entonces, salían a ganarse el pan a tierras de ultramar y para que tuvieran comida a mano se les preparaban estos bollos (o parecidos) que se mantenían comestibles durante varios días. Así, entrados ya en el siglo XIX, este bizcocho adquiere entidad propia cuando en Avilés se instaura la costumbre de que los padrinos lo regalen a sus ahijados en la fiesta Pascual del Bollo que se celebra en la villa, lo que da paso a una tradición mantenida hasta nuestros días. A partir de este bizcocho se hace también la tarta imperial que es este mismo pero relleno de una crema de almendras y cubierto con un glaseado y adornado con almendras.
Una vez enterados del posible origen de este bizcocho he de decir que su fórmula es similar a la del bizcocho cuatro cuartos, es decir, las cantidades de los ingredientes son las mismas y esta cantidad la marca el peso de los huevos que debe rondar los 250 g; su característico glaseado blanco es imprescindible. Me he permitido la licencia de añadir un puñado de arándanos, pasas y nueces.
Con café, con chocolate o solo es exquisito. El sabor inigualable de la mantequilla hace que un pedazo de este “bollo” en una tarde otoñal como la de hoy nos haga sentir que estar en casa frente a una buena merienda puede ser el mejor plan que podríamos tener. Ahí va la receta; espero que la hagáis y que os guste.
INGREDIENTES
Para 6 personas.
Para el bizcocho:
- 4 huevos enteros (aprox. 250 g) a temperatura ambiente
- 250 g de azúcar (o el mismo peso de los huevos)
- 250 g de mantequilla blanda (o el mismo peso de los huevos)
- 250 g de harina (o el mismo peso de los huevos)
- Una pizca de sal
- 12 g de polvos de hornear o levadura química (tipo Royal)
- 25 g de arándanos
- 25 g de pasas
- 5/6 nueces troceadas
Para la cobertura blanca:
- 50 g de leche
- 200 g de azúcar glas
PREPARACIÓN
Preparar los ingredientes con antelación para que los huevos no tengan el frío de la nevera y la mantequilla esté en pomada.
Precalentar el horno a 180º.
Preparar un molde rectangular engrasando las base y las paredes con mantequilla o, si se prefiere, forrándolo con papel de horno.
Batir el azúcar con la mantequilla hasta que quede una crema homogénea.
Ir añadiendo los huevos de uno en uno hasta que se integren completamente.
Echar la harina tamizada con la sal y los polvos de hornear.
Batir hasta integrar.
Añadir las pasas, arándanos y nueces y con la ayuda de una espátula mezclarlos bien en la masa.
Echar la mezcla en el molde engrasado y hornear a 180º durante 50 minutos.
Mientras se prepara el glaseado blanco.
Poner el azúcar glas en un bol e ir añadiendo la leche.
Con la ayuda de unas varillas remover hasta conseguir una crema blanca. Reservar.
Pasados los 50 minutos y tras comprobar con una brocheta que el bizcocho está hecho, dejar que se enfríe en una rejilla.
Cuando esté completamente frío, echar la cobertura blanca por encima y que irá cayendo por los laterales. Es aconsejable dejarlo en la rejilla y poner debajo de esta un papel para recoger la cobertura que va cayendo.
Más cosas
El horno: importante. Cada uno sabe cómo funciona su horno. El tiempo es orientativo en torno a los 50 minutos que es lo que tarda en el mío. Se debe ir observando a partir de los 45 minutos para reconocer el punto en el que esté ya hecho. Si sale la brocheta manchada ir añadiendo tiempo de 5 en 5 minutos.
Los ingrediente de este bizcocho se pueden batir a mano, con batidora de varillas o en amasadora. Es importante batir bien el azúcar con la mantequilla para que la mezcla sea lisa y sin granitos y que los huevos se vayan añadiendo de uno en uno para que se integren del todo. Estos deben estar a temperatura ambiente para que no se corte la mantequilla si se añaden fríos.
También se puede hacer el glaseado con zumo de limón, agua y azúcar glas. En la receta bizcocho cuatro cuartos del blog tenéis las cantidades.
La forma de este bizcocho es tradicionalmente rectangular pero si no disponéis de moldes con esta forma no dejéis de hacerlo por eso, seguro que redondo está igualmente rico.
Mi molde es de 25x12, Pyrex.
Referencias bibliográficas
El arte de cocinar. María Luisa García.
Receta adaptada de Aliter Dulcia.
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