Patatas a la importancia
Hoy retomo la actividad en el blog con una receta tradicional y muy casera que lleva en mi recetario familiar desde siempre y que me devuelve a los años en los que mi madre cocinaba estas patatas a la importancia, cuyo nombre siempre llamó mucho mi atención.
Según leo en El Comidista, parece ser que este nombre tan original se debe a la imaginación de Doña Emilia Pardo Bazán que según ciertas fuentes, bautizó a las humildes patatas rebozadas con este apelativo; como no hay constancia de tal cosa en sus dos libros de cocina, mencionaré que otras fuentes señalan a la provincia de Palencia como la cuna de este plato con su conocido nombre, todo ello para dar importancia a las humildes patatas, que para vestirlas de fiesta nada hay como preparar un buen rebozado y una salsa. El resultado final es fantástico y conseguimos, a partir de unos ingredientes muy básicos, un gran plato que llevar a la mesa.
Las patatas a la importancia, rebozadas y guisadas, son un primer plato perfecto, son sabrosas, fáciles de elaborar y económicas si tenemos en cuenta la sencillez y accesibilidad de los alimentos con los que se elaboran; se hacen en poco tiempo, aunque el cocinado en cazuela sin prisas mejora el resultado final y si sobran no se comen mal al día siguiente. Por eso, merece la pena añadir esta receta a nuestro recetario doméstico y darnos el gusto de probar estas patatas si nunca lo hemos hecho.
Para los que se acercan por vez primera a la cocina y quieren intentar este plato, solamente decir que es un plato muy humilde, pero con un gran resultado, fácil de elaborar y que un poco de esmero bastará para elaborar recetas de siempre, de las que nos gustan siempre y a casi todos y de esas que hay que dejar en herencia a los que vienen detrás.
Esta es la primera receta que publico en este año, espero que sea del agrado de todos los que os acercáis al blog y cumpla las expectativas de todos los que admiramos la cocina tradicional, madre de todas las formas de cocina actuales.
Ahí va mi receta.
INGREDIENTES
Para 4 personas.
- 4 patatas medianas
- Aceite de oliva virgen extra
- Harina para rebozar
- 2 huevos batidos para rebozar
- Sal
- 1/2 cebolla grande
- 2 dientes de ajo
- Perejil fresco
- Unas hebras de azafrán (opcional)
- Medio vaso de vino blanco
- Caldo de verduras o de pollo
PREPARACIÓN
Tiempo de preparación: 25 minutos, tiempo de cocinado: 40 minutos (incluyen los 10 de fritura de las patatas).
Pelar y lavar las patatas.
Cortarlas en ruedas de 1 cm aproximadamente.
Poner a calentar una sartén con aceite de oliva virgen.
Preparar dos platos, uno con harina y otro con huevo batido.
Pasar las rodajas de patata por la harina; sacudir para que caiga el excedente.
Pasarlas ahora por el huevo.
Freírlas en el aceite bien caliente, por las dos caras, hasta que se doren.
Sacarlas a papel absorbente que tendremos sobre otro plato y reservar.
Picar la media cebolla muy fina.
En la misma sartén, habiendo dejado un par de cucharadas del mismo aceite de freír, se echa la cebolla y se deja hacer hasta que esté blandita y transparente sin que se queme. Esto puede tardar unos 10/12 minutos.
En un mortero poner los ajos picados, el perejil picado finamente, el azafrán y la sal y machacar bien; añadir a esto el medio vaso de vino blanco.
Cuando la cebolla esté lista, añadir una cucharada sopera rasa de harina y dar unas vueltas.
Añadir entonces a la sartén, la mezcla anterior que estará en el mortero. Dejar al fuego un par de minutos para que se evapore el alcohol.
Poner las patatas en una cazuela y echar encima el contenido de la sartén.
Regar las patatas con el caldo, cantidad suficiente pata que las patatas queden cubiertas.
Echar un poco más de perejil picado y verificar el punto de sal.
Dejar a fuego bajo (en mi cocina, al 3), chup chup, 30 minutos para que queden unas patatas blanditas pero enteras.
Más cosas
La medida de las patatas es de una patata mediana por persona aproximadamente; en g podría decir que 800 g aproximadamente.
El caldo no es imprescindible ya que se puede añadir agua, pero es cierto que un buen caldo suave de verduras o incluso de pollo, enriquece el plato.
El azafrán es opcional; su elevado precio a veces no invita a comprarlo, pero si lo pones tendrás un agradable sabor y un bonito color amarillo natural.
El perejil, mejor fresco, en ramilletes para picarlo; si no, basta con el seco.
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